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sábado, 25 de octubre de 2014

La noche y Guillermo

A veces se duerme sin abrazarme
Dándome la espalda como si me ignorara,
Como si yo hubiera desaparecido del mundo
O peor aún, como si me infringiera un castigo inclemente
que pretende ser indiferente.
Sin embargo a mitad de la noche,
Como un metal arrastrado por un Poderoso imán,
Se aferran sus brazos a mis caderas
En un acto involuntario de fervoroso ardor.
Sucumbe el simulacro de un beso sobre el cuello,
Un beso que no quiere ser beso,
Preferiría ser caricia o simplemente aliento,
Como el rocío sobre la piel de la hoja ó del cerezo.
A veces simplemente prosigue su sueño aferrado a su bostezo,
Otras hurga en los bolsillos de mi cuerpo,
Un sonoro menudo de gemidos,
Todos suaves y livianos como las sábanas sobre los dedos.
Para entonces ya no existen distancias
Todo es estremecedora cercanía
Del tibio abrazo de su cuerpo.

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